Nutrición y cáncer de mama: claves para la prevención y apoyo durante el tratamiento
- Pascual De Pietro
- 19 oct 2024
- 6 Min. de lectura

La relación entre la nutrición y el cáncer es un campo fascinante y esencial para cualquier persona que desee optimizar su salud o apoyarse en la nutrición durante el tratamiento oncológico. Cada vez más estudios respaldan que una alimentación equilibrada y rica en nutrientes no solo juega un papel crucial en la prevención del cáncer, sino que también puede ser coadyuvante poderoso en el proceso de tratamiento, mejorando la calidad de vida y los resultados terapéuticos.
El cáncer de mama, uno de los tipos más comunes en mujeres, tiene una relación particular con la nutrición, tanto en términos preventivos como de manejo durante el tratamiento. Aunque el cáncer de mama está influenciado por factores genéticos y hormonales, la evidencia científica muestra que ciertos patrones alimenticios y nutrientes específicos pueden desempeñar un papel importante en su prevención y tratamiento.
Nutrición en la prevención del cáncer de mama
Control del peso corporal: Mantener un peso saludable es clave en la prevención del cáncer de mama. El exceso de grasa corporal, fundmentalmente la de localización visceral especialmente después de la menopausia, puede aumentar los niveles de estrógenos, que se han vinculado con el riesgo de desarrollar cáncer de mama. Por lo tanto, una dieta equilibrada que promueva el control de la composición corporal es fundamental.
Consumo de grasas saludables: La investigación ha sugerido que las grasas
saturadas y las trans, presentes en alimentos ultraprocesados, pueden aumentar el riesgo de cáncer de mama. En contraste, los ácidos grasos omega-3, presentes en el pescado azul, las semillas de chía y las nueces, tienen propiedades antiinflamatorias que pueden proteger contra el desarrollo del cáncer.
Fibra y fitoquímicos: El consumo de fibra, además de regular el tránsito intestinal, puede ayudar a reducir los niveles de estrógenos circulantes, disminuyendo así el riesgo de cáncer de mama. Los fitoquímicos, presentes en alimentos vegetales como el brócoli, la col rizada, las bayas y la soja, también han mostrado propiedades protectoras. En especial, los fitoestrógenos, como los de la soja, pueden tener un efecto equilibrante sobre los niveles hormonales.
Alcohol: El consumo de alcohol es un factor de riesgo conocido para el cáncer de mama. Estudios han demostrado que incluso cantidades moderadas pueden aumentar el riesgo debido a su influencia en los niveles hormonales y en el metabolismo del folato. Reducir o eliminar el alcohol de la dieta puede ser una medida preventiva clave.
Nutrición como apoyo durante el tratamiento del cáncer de mama
Protección contra los efectos secundarios: Durante el tratamiento del cáncer de mama, especialmente la quimioterapia y la radioterapia, es común que las pacientes experimenten efectos secundarios como fatiga, pérdida de apetito, náuseas y pérdida de masa muscular. Una dieta rica en proteínas magras, como pescado, pollo y legumbres, ayuda a mantener la masa muscular y reparar los tejidos dañados. El uso de suplementos nutricionales específicos también puede ser necesario para combatir la pérdida de peso no deseada y mejorar la ingesta calórica.
Suplementos antioxidantes: Algunos estudios han explorado el papel de los antioxidantes, como la vitamina C y el selenio, en pacientes con cáncer de mama. Estos nutrientes pueden ayudar a combatir el estrés oxidativo generado durante el tratamiento, aunque siempre es importante consultarlo con un oncólogo, ya que algunos suplementos podrían interferir con la quimioterapia.
Vitamina D: Se ha observado que la deficiencia de vitamina D está asociada con un mayor riesgo de cáncer de mama, y en pacientes diagnosticadas, niveles adecuados de esta vitamina pueden mejorar la respuesta al tratamiento y reducir el riesgo de recurrencia. En muchos casos, se recomienda la suplementación bajo supervisión médica, especialmente en mujeres que no reciben suficiente exposición solar.
Control de la inflamación: El cáncer de mama puede estar asociado con inflamación crónica, tanto antes como después del diagnóstico. Una dieta antiinflamatoria rica en alimentos como el salmón, las nueces, el aceite de oliva y las verduras crucíferas puede ser beneficiosa para reducir los marcadores inflamatorios y mejorar la calidad de vida durante el tratamiento.
Microbiota y salud intestinal: Al igual que en otros tipos de cáncer, el tratamiento del cáncer de mama puede alterar la microbiota intestinal. Incluir prebióticos y probióticos en la dieta, ya sea a través de alimentos fermentados como el kéfir y el yogur o mediante suplementos, puede ayudar a mantener el equilibrio microbiano y mejorar la absorción de nutrientes clave.
Déficits nutricionales y su relación con el riesgo de cáncer de mama
El cáncer de mama y los déficits nutricionales tienen una relación compleja, ya que la falta de ciertos nutrientes puede influir tanto en el riesgo de desarrollar la enfermedad como en la respuesta al tratamiento y la calidad de vida de las pacientes.
1. Vitamina D: Uno de los déficits más comunes asociado con el cáncer de mama es el de vitamina D. Estudios han demostrado que niveles bajos de esta vitamina están relacionados con un mayor riesgo de desarrollar cáncer de mama, especialmente en mujeres postmenopáusicas. La vitamina D tiene un papel regulador en la proliferación celular, y su deficiencia puede contribuir a un crecimiento celular anormal. Además, mantener niveles adecuados de vitamina D puede reducir la posibilidad de recurrencia en mujeres que ya han sido diagnosticadas con la enfermedad.
2. Ácidos grasos omega-3: Las dietas deficientes en ácidos grasos omega-3, que tienen potentes efectos antiinflamatorios, se asocian con una mayor incidencia de cáncer de mama. Un desequilibrio entre los ácidos grasos omega-3 y omega-6 (abundantes en muchas dietas modernas) puede promover un entorno proinflamatorio en el cuerpo, lo que favorece la progresión del cáncer.
3. Antioxidantes (vitaminas A, C y E): La deficiencia de antioxidantes puede aumentar el riesgo de cáncer de mama al dejar al cuerpo vulnerable al daño oxidativo. Los radicales libres pueden dañar el ADN celular, promoviendo la formación de tumores. Las vitaminas antioxidantes juegan un papel importante en la neutralización de estos radicales libres, protegiendo las células del daño.
4. Folato (vitamina B9): El folato es esencial para la síntesis y reparación del ADN. La deficiencia de folato ha sido vinculada con un mayor riesgo de cáncer de mama, especialmente en mujeres que consumen alcohol. El folato actúa protegiendo el ADN del daño y asegurando la correcta replicación celular, lo que es crucial para evitar la transformación de células normales en cancerosas.
Déficits nutricionales durante el tratamiento del cáncer de mama
Durante el tratamiento del cáncer de mama, ya sea quimioterapia, radioterapia o terapia hormonal, es común que los pacientes experimenten déficits nutricionales, que pueden agravar los efectos secundarios y afectar negativamente la respuesta al tratamiento.

1. Proteínas: La pérdida de apetito y los efectos secundarios gastrointestinales de la quimioterapia pueden llevar a un déficit proteico. Esto puede debilitar el sistema inmunológico y la masa muscular, dificultando la recuperación. Es fundamental asegurar una ingesta adecuada de proteínas para la reparación de tejidos y el mantenimiento de la fuerza muscular.
2. Hierro: Muchas pacientes con cáncer de mama experimentan anemia debido a la pérdida de sangre durante la cirugía o a la quimioterapia. La deficiencia de hierro puede causar fatiga extrema, lo que afecta la calidad de vida. Asegurar una ingesta adecuada de hierro, a través de la dieta o suplementos, es crucial para evitar o tratar la anemia.
3. Calcio y vitamina D: Los tratamientos hormonales, especialmente el uso de inhibidores de la aromatasa en mujeres postmenopáusicas, pueden afectar la densidad ósea, aumentando el riesgo de osteoporosis. Un déficit de calcio y vitamina D puede agravar este problema, por lo que es esencial monitorear y corregir estos niveles durante y después del tratamiento.
4. Zinc y magnesio: Estos minerales son esenciales para el sistema inmunológico y el funcionamiento celular. La deficiencia de zinc, que puede ocurrir debido a la malabsorción de nutrientes o una dieta inadecuada, puede afectar la cicatrización de heridas y la respuesta inmune. El magnesio, por su parte, es fundamental para la función muscular y nerviosa, y su deficiencia puede aumentar la fatiga y debilitar la respuesta del cuerpo al estrés del tratamiento.
Estilo de vida activo y cáncer de mama
El ejercicio es una herramienta poderosa para reducir el riesgo de cáncer de mama y mejorar los resultados del tratamiento. La actividad física regular, como caminar, nadar o practicar yoga, ha demostrado reducir los niveles de estrógenos, mejorar la sensibilidad a la insulina y disminuir la inflamación, todo lo cual contribuye a la prevención del cáncer de mama. Además, el ejercicio durante y después del tratamiento ayuda a reducir la fatiga, mejorar la movilidad y fortalecer la autoestima y el bienestar emocional. En un próximo blog nos extenderemos más sobre este fascinante tema.
Conclusión
En el contexto del cáncer de mama, la nutrición y el estilo de vida activo desempeñan un papel fundamental no solo en la prevención, sino también como parte del tratamiento. Adoptar una dieta equilibrada rica en alimentos antiinflamatorios, mantener un peso saludable, limitar el consumo de alcohol y considerar el uso adecuado de suplementos nutricionales son estrategias clave para reducir el riesgo y apoyar a las pacientes durante el tratamiento. Un enfoque integral que incluya la alimentación y el ejercicio puede mejorar significativamente la calidad de vida de las mujeres con cáncer de mama, favoreciendo la recuperación y la supervivencia a largo plazo.
Los déficits nutricionales pueden desempeñar un papel tanto en el riesgo de desarrollar cáncer de mama como en la respuesta al tratamiento. Identificar y corregir estas carencias es esencial para mejorar la calidad de vida, optimizar los resultados terapéuticos y apoyar la recuperación. Mantener una nutrición equilibrada, con una ingesta adecuada de proteínas, antioxidantes, vitaminas y minerales así como el uso de suplementación, es una estrategia clave en el manejo integral del cáncer de mama.
Consulta por tu Programa Nutricional Personalizado.
Kommentare