Desnutrición oculta, cuando lo esencial es invisible a los ojos
- Pascual De Pietro
- 15 jul 2024
- 4 Min. de lectura
La desnutrición oculta, también conocida como "hambre oculta", se refiere a la deficiencia de micronutrientes esenciales como vitaminas y minerales en el cuerpo, que no siempre se manifiesta con síntomas evidentes de desnutrición.
La sintomatología puede pasar desapercibida lo que conlleva mayor riesgo al no ser conscientes de la necesidad nutricional.
Los síntomas más frecuentes pueden ser:
Fatiga, que puede llegar a convertirse en un síntoma crónico.

Debilitamiento del sistema inmune: una mala nutrición afecta al funcionamiento del sistema inmune y lo debilita, exponiendo el cuerpo a más infecciones, bacterias e incluso enfermedades autoinmunes.
Pérdida de atención, concentración y enfoque.
Afecta negativamente a la memoria.
Influye en el estado de ánimo. Puede provocar abatimiento, depresión, e incluso la necesidad de comer compulsivamente alimentos perjudiciales para el organismo.
A pesar de una ingesta calórica aparentemente adecuada, la falta de estos nutrientes puede afectar gravemente la salud y el desarrollo. Este concepto fue descrito por primera vez en la década de 1990 y ha ganado reconocimiento a medida que los expertos en salud y nutrición han identificado sus efectos significativos en la salud pública, especialmente en poblaciones vulnerables y cuya prevención es recomendada por la Food Agricultural Organization (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) (Martinez H et al. 2017).
La desnutrición oculta afecta a más de 2 mil millones de personas en todo el mundo, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otros organismos internacionales. Esta forma de desnutrición es especialmente prevalente en países en desarrollo, donde las dietas suelen ser limitadas en diversidad y carecen de suficientes micronutrientes esenciales. Las deficiencias más comunes incluyen Hierro, vitamina A, Zinc y vitamina D afectando particularmente a mujeres embarazadas, niños y adolescentes. Sin embargo, la desnutrición oculta también puede encontrarse en países desarrollados debido a dietas desequilibradas y procesadas.

La población obesa está particularmente expuesta, a pesar de ser una enfermedad por exceso de consumo energético suele estar asociada a distintos grados de malnutrición oculta, por deficiencias de micronutrientes. El tejido adiposo se considera un órgano endocrino activo, que sintetiza y secreta moléculas proinflamatorias, que enmascaran la malnutrición oculta por deficiencia de micronutrientes, fundamentalmente algunos elementos minerales esenciales (hierro, zinc, cobre) y algunas vitaminas (ácido fólico, vitaminas B1, B12, D y A), que juegan importantes roles en el metabolismo.
Malnutrición B
Es importante considerar que los déficit de micronutrientes dificilmente son aislados sino que, por el contrario, se acompañan de otros déficit nutricionales asociados. A los cambios que sufrieron nuestros hábitos de alimentación a partir de principios del siglo pasado (Transición nutricional) donde dejamos una dieta vinculada a lo natural y con escaso o ningún procesamiento con alta densidad nutricional y bajo nivel calórico, por otra altamente procesada con alta densidad calórica y muy baja densidad nutricional se sumó otro fenómeno llamado Malnutrición B. A principios del 2000 la OMS acuña el término de Malnutrición B en referencia al déficit de nutrientes presente en los alimentos naturales.
A pesar de no ser tan conocida, este tipo de malnutrición afecta, sobre todo, a los países desarrollados , a diferencia de la malnutrición más conocida presente en los países en vías de desarrollo.
La Agencia de Estándares de Alimentos publicó en un registro de 1929 a 1944 y otro posterior en 2002 datos que revelan la alta deficiencia de nutrientes que la población consume. Más del 30% de la población mundial sufre de esta carencia . Según dicho registro, los alimentos más afectados son el melón, la sandía y la palta o aguacate . Los minerales que se han visto más reducidos fueron el hierro, con una pérdida del 70% en frutas como la manzana, el melón y la uva, y el segundo, el cobre, en las mismas frutas ha experimentado una disminución mayor que la del hierro. Las frutas y verduras son las más afectadas, mostrando una disminución que varía entre el 5 y el 40% o más en minerales, vitaminas y proteínas en los diferentes grupos de alimentos, especialmente en los de origen vegetal. Además, la papa, la zanahoria, la cebolla y la endibia han perdido la totalidad de los elementos minerales propios.
Esta realidad más ell creciente aumento de la presencia de ultraprocesados en la dieta, a incrementado el consumo de alimentos cargados de calorías vacías y baja densidad nutricional condicionando un entorno que facilita el déficit de nutrientes fundamentales en la dieta.

El uso de suplementos dietarios a surgido, en los últimos años, como una opción válida a considerar. Discutida por unos, promovido por otros el Código Alimentario Argentino en su artículo 1381 identifica a los Suplementos Dietarios como aquellos productos destinados a incrementar la ingesta dietaria habitual, suplementando la incorporación de nutrientes y/u otros ingredientes en la dieta de las personas sanas que, no encontrándose en condiciones patológicas, presenten necesidades básicas dietarias no satisfechas o mayores a las habituales".
Si dimensionamos las carencias nutricionales actuales y la carga de contaminantes y substancias de dudoso beneficio o de comprobada acción tóxica que consume ,la población general, no cabe la menor duda de que debe considerarse el uso de suplementos dietarios de manera de asegurar la carga nutricional variada y completa en macro y micronutrientes ajustada a las necesidades individuales específicas.
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